Como escuché alguna vez: “las palabras son el reflejo del alma”. Sin embargo, para muchas personas, esto no es así. Aunque su alma esté bien, las palabras se presentan distorsionadas y confusas, formando un laberinto visual que desafía su significado.
Esto es lo que experimentan quienes viven con dislexia, una condición que convierte la lectura en un reto constante. Para ellos, una “b” puede parecer una “d”, y una “p” se convierte en una “q”. Esta confusión constante genera frustración y ansiedad, especialmente en la infancia o la adolescencia.
La dislexia no solo afecta la capacidad de leer, sino que también impacta en las relaciones sociales y en la autoestima. En lo personal, esta situación me toca de cerca, y es una de las razones por las que he decidido transitar el camino de la accesibilidad.
Como diseñadora, siempre he creído que podemos contribuir a superar estas barreras. Los diseñadores tenemos el poder, a través de la tipografía, de facilitar la lectura y reducir las dificultades. Existen estrategias que podemos adoptar, como elegir tipografías que reduzcan la ambigüedad entre caracteres y faciliten su identificación.
Es común que las personas con dislexia confundan letras similares en forma o sonido, como la “d” y la “b”; la “p”, la “q” y la “g”; la “u” y la “n”; la “h” y la “n”; la “l” con la “i”; y el número “1” con la “l”. En muchos casos, se trata del mismo glifo rotado, lo cual intensifica la confusión.
Este formato mejora la fluidez y estructura del texto, haciendo el mensaje más claro y fácil de entender.
Aquí tienes un ejemplo:
¿Qué sucede en la vida diaria? En las tipografías convencionales, suele primar el carácter estético sobre el funcional o práctico, aunque en muchas ocasiones también se considera la legibilidad para mejorar la comprensión de los textos.
Entonces, ¿qué debemos hacer? Utilizar tipografías sans serif, ya que los remates y la modulación de los trazos en las tipografías serif pueden dificultar el reconocimiento de las letras para personas con dificultades visuales.
También podemos optar por tipografías diseñadas especialmente para mejorar la accesibilidad, como Dyslexie y Atkinson Hyperlegible. Estas tipografías modifican la forma de las letras para reducir la ambigüedad y facilitar su identificación.
Otro recurso útil es aumentar el tamaño de la fuente, lo cual mejora la legibilidad, y que el interlineado sea de 1,5 puntos especialmente en textos largos o complejos. En algunos casos, combinar el texto con íconos puede ayudar a aclarar el significado de las palabras, particularmente cuando se emplean términos técnicos.
En el libro Accessibility Handbook (2012) se ofrecen algunos consejos para mejorar la accesibilidad para usuarios con dislexia. Por ejemplo, se recomienda que el contenido sea fácil de leer, con frases cortas (no más de 10-15 palabras por frase) y párrafos breves.
Además, se menciona que los colores de alto contraste pueden dificultar la lectura. Un texto negro sobre fondo blanco, por ejemplo, puede aparecer borroso para algunas personas con dislexia. Es recomendable utilizar un color de texto gris sobre un fondo blanco suave.
También se sugiere alinear el texto a la izquierda para mejorar la experiencia de lectura.
Algunas tipografías recomendadas son:
Atkinson Hyperlegible: Diseñada especialmente para personas con discapacidad visual. Esta tipografía tiene un diseño de letra con contrastes claros y una forma simple, lo que la hace más fácil de leer en comparación con otras tipografías con un diseño más complejo. Además, también tiene un espacio entre las letras más grande para ayudar a que los caracteres sean más fáciles de identificar. Esta fuente es la recomendada por el Instituto Braille para personas con discapacidad visual.
Montserrat: Esta fuente fue creada en 2011 por Julieta Ulanovsky, una diseñadora gráfica argentina. Montserrat ha sido ampliamente adoptada y utilizada en todo el mundo, y ha demostrado ser una fuente versátil y accesible.
Open Sans: Es conocida por su estilo claro y legible, y es adecuado para una amplia gama de aplicaciones, desde la impresión hasta la web. La fuente se ha utilizado en muchos sitios web y aplicaciones, y ha demostrado ser una fuente fiable y accesible. Fue creada en 2011 por Steve Matteson, un diseñador de tipografía de Ascender Corporation.
Baskerville: Esta fuente fue diseñada hacia 1750 por John Baskerville, también es una fuente clara y legible.
Estos son solo algunos ejemplos que, si los aplicas e incorporas en tus proyectos, harán que sean más inclusivos.
Al trabajar, no debemos olvidar nuestro rol como productores, especialmente considerando que muchos de nuestros usuarios visualizan las letras en espejo. Es importante reconocer que el lenguaje escrito puede ser una barrera; sin embargo, el diseño inclusivo existe para superar estos obstáculos.
Diseñadores y educadores tienen un rol fundamental y un gran desafío por delante: crear materiales educativos accesibles que permitan a todas las personas acceder al aprendizaje y disfrutar de un buen libro en igualdad de condiciones.
Bibliografía
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Mariana Ierocades
Con más de 10 años de experiencia en el ámbito del diseño y experiencia de usuario. Tutora de la Maestría en Accesibilidad Digital en Educación, Comunicación y Diseño en la Universidad de Barcelona.